(LifeSiteNews-Patrick Craine/InfoCatólica) Según Mons. Chaput, el discurso público de los Estados Unidos, que tradicionalmente fue modelado por las profundas raíces protestantes del país, ha sido suplantado por una ideología secular que comenzó a echar raíces a finales de los 19 y principios del siglo 20, asegura. El Arzobispo afirma que el avance del secularismo pudo ser ignorado por mucho tiempo, “porque el consenso social de Estados Unidos sustentó los fundamentos y tradiciones del país, no oficialmente católicos, y unos modos de pensamiento y comportamiento respetuosos con la religión”.
“Pero las leyes, incluso las garantías constitucionales, no tienen más fuerza que la de la fe del pueblo que las sostiene”, asegura. “Setenta años de un ateísmo suave, vertido en un constante goteo en las catequesis de nuestras universidades, en las ciencias sociales de las “profesiones asistenciales”, en los medios de entretenimiento y comunicación, ha erosionado” esa fe.
Mons. Chaput afirma que los católicos consideraron la elección del presidente John F. Kennedy como la gran señal de haber logrado una amplia aceptación en Estados Unidos, después de la “dura discriminación Protestante” contra ellos a lo largo de los siglos 18 y 19. Pero, señala el Arzobispo de Denver, en ese momento “la secularización había ganado ya, principalmente en el Protestantismo Americano, la batalla en el terreno de la cultura dominante”. “En efecto, después de tantas décadas de lucha, los católicos llegaron al escenario de Estados Unidos justo en el momento en que la gestión del teatro había cambiado de propietario”, dice.
Al mismo tiempo, el Arzobispo insiste en que los católicos no están exentos de responsabilidad por los actuales ataques contra la fe, la vida y la familia en América. Los católicos "sólo pueden hasta cierto punto culpar a factores externos de nuestras realidades presentes”, dice. “Con demasiada frecuencia nosotros hemos hecho que nuestro país sea lo que es mediante de nuestra ambición por el éxito, nuestros autoengaños, nuestro afán de quedar bien, nuestra vanidad, nuestros compromisos y nuestra tibia fe”. “En el nombre de la tolerancia y el pluralismo, nos hemos olvidado por qué y cómo nacimos como nación, y hemos socavado nuestra capacidad de fundamentar nuestras discusiones en algo superior a nuestras propias opiniones sectarias”, agregó.
“En las próximas décadas los católicos probablemente encontrarán más difícil, no más fácil, influir en el desarrollo de la cultura americana, e incluso vivir su fe con autenticidad”, dice. “Y la gran diferencia entre la ‘nueva America’ y la antigua será que muchos de los otros creyentes comprometidos pueden encontrarse en la misma situación hostil que sus primos católicos”.
Pero el Arzobispo Chaput también asegura que “el futuro no está determinado”, sino que “lo creamos con nuestras opciones”. “La elección más importante que podemos hacer es al mismo tiempo trementamente sencilla y tremendamente dura: vivir realmente lo que la Iglesia enseña, ganar el corazón de los demás por nuestro testimonio, y renovar el alma de nuestro país con el coraje de nuestra fe e integridad cristianas”, concluye. “No hay acción más revolucionaria que esta”.