de Cortese Benedetta
Nuestro Observatorio ya muchas veces ha hecho referencia como Latinoamérica ha sido objeto de un potente ataque de los organismos y corporaciones internacionales, de modo que las legislaciones de estos países permitan el aborto. De particular gravedad es lo que sucedió en Brasilia el pasado mes de julio. En esa ciudad se llevo a cabo la 11ª. Conferencia Regional Latinoamericana y del Caribe sobre las mujeres, organizada por las Naciones Unidas. Al final se firmó un documento titulado “Consenso Brasilia” por 33 de los 36 países presentes. En contra Estados Unidos Chile y Costa Rica.
El Objetivo del encuentro era reflexionar sobre los resultados logrados y los nuevos desafíos relativos a la igualdad de género, con particular atención sobre la autonomía de la mujer y su emancipación económica. El Documento final consto de un elenco de compromisos asumidos por los Estados firmantes. Estos compromisos hacen referencia a la igualdad mujer-hombre en el mundo del trabajo, el respeto de los derechos de ciudadanía de la mujer, una mayor participación de ella en las decisiones políticas, la lucha contra cada forma de violencia en su contra, un igualitario acceso a la tecnología y a los medios de comunicación. Hasta este punto todo más o menos compartible.
El capítulo 6 hace referencia a los compromisos sobre la salud de la mujer, sus derechos sexuales y reproductivos. EI capítulo 7 y 8 hacen referencia a la promoción de la “gender equality”, es decir, la igualdad de género. Y aquí surgen los aspectos inaccesibles y preocupantes del documento.
Ahora se ha entendido que sobre estos temas la línea de la ONU es absolutamente inaceptable y que una gran cantidad de funcionarios se movilizarán para hacer pasar estas nuevas ideas. También se entiende que los términos presentes en estos documentos son a propósito ambiguos, e implican intenciones no expresadas claramente. Por ejemplo la expresión “derechos sexuales y reproductivos”, en práctica quiere decir derecho a la contracepción y al aborto seguro. Es claro que si en las sedes ONU se acepta este principio, las agencias ONU y la mega máquina de funcionarios y operadores se empeñarán para hacer campañas también forzadas de contracepción e impulsarán para que haya legislaciones que prevean el aborto.
Lo mismo se entiende con la expresión “igualdad de género” que significaría simplemente que la mujer debe ser considerada igual al hombre. Una cosa, como se ve, justa y sacrosanta. Sólo que la palabra “genero” viene entendida en contraposición a la palabra “sexo”. Esta última indica una identidad sexual natural, mientras que con la palabra género se indica una identidad sexual escogida también en contraposición a aquella natural. De esta manera “igualdad de género” no quiere decir más, sólo igualdad entre hombre y mujer sino también igualdad entre cada orientación sexual escogida, comprendida la homosexualidad y la transexualidad.
El engaño es evidente. ¿Quién se opondría a una solicitud de “salud sexual”?, ¿Quién se opondría a una igualdad entre el hombre y la mujer?; El problema es que aquella frases no viene a decir esto. La primera quiere decir contracepción (también impuesta) y aborto, y la segunda quiere decir igualdad en todo y para todos, tanto en las relaciones homosexuales como entre el hombre y la mujer.
La perpetuación de este engaño revela los intentos ideológicos de la ONU, que quiere imponer una visión de las cosas a los pueblos, pasando por encima de las convicciones morales y religiosas. Es un nuevo pensamiento único al que vienen dedicados recursos inmensos.
El “Consenso Brasilia” se compromete a: “adelantar campañas para promover el uso del preservativo masculino y femenino”; «revisar las leyes que castigan a las mujeres en caso de aborto»; «asegurar que el aborto sea realizado de manera segura y legal»; «promover la reducción de los embarazos en las adolescentes mediante la instrucción, información, acceso a los servicios de la salud reproductiva y acceso a todos los medio anticonceptivos». Por instrucción aquí no se entiende una completa educación sexual, sino una instrucción sobre el uso de los anticonceptivos; “acceso a los servicios de la salud reproductiva”, no se entiende pedir consejo al ginecólogo sino pedir el aborto.
Con respecto a la “igualdad de género”, el Documento se compromete a cooperar con los programas que promueven la igualdad de género y a favorecer el aporte económico de los organismos donantes. Fuera del lenguaje ambiguo de la ONU, esto significa que: aumentarán en las escuelas los programas de instrucción que dirán que todas las identidades de género son iguales; y que aumentarán las finanziaciones de las grandes fundaciones internacionales, fuertemente empeñadas en esta batalla ideológica.
Traducido al Español por
Wilson Ramírez Zea. Pbro.