DISCERNERE

Uno sguardo profetico sugli eventi

Hitler ha cercato di rubare la Sindone



Adolf Hitler, amante de las reliquias religiosas, también se interesó por el Santo Sudario de Turín y al parecer, pretendió trasladarla a Alemania, informó hoy la agencia de noticias católica polaca KAI.

La agencia cita al padre David Cardin, director de la biblioteca del santuario benedictino de Montevergine, al sur de Italia, donde la reliquia permaneció entre 1939 y 1946 por motivos de seguridad, ya que el Vaticano temía fuera robada y llevada a Alemania.

"Con el consentimiento del Vaticano, el sudario fue trasladado de forma secreta a la abadía, para que, según la versión oficial, estuviera a salvo de los bombardeos, pero en realidad para esconderlo de Hitler", explicó Cardin.

Según el prelado, durante la visita del Führer a Italia en 1938, su entorno se interesó mucho por el Santo Sudario, por cómo se custodiaba y de la importancia que tenía para los italianos y otros católicos.

No obstante, el religioso confesó no estar seguro de que aún se conserven documentos sobre el plan de Hitler de trasladar la Síndone.

La reliquia fue expuesta al público sólo en cuatro ocasiones a lo largo del siglo XX, con la última exhibición en 2000.

Entre los próximos 10 y 23 de abril, se expondrá de nuevo en la catedral de Turín, donde la podrán ver unos dos millones de personas, según previsiones de los organizadores. Cada peregrino podrá contemplar el sudario durante tres minutos como mucho.

La Santo Sudario, conocida también cono la Síndone o el Sábana Santa de Turín, es un lienzo de lino que mide unos 4,41 por 1,13 metros y que, según se cree, fue el sudario de Jesucristo. Muestra una doble imagen en negativo de un hombre con el pelo largo, los brazos cruzados sobre el pecho y marcas de torturas y de una crucifixión.

Desde 1578, la reliquia, que durante más de 500 años fue propiedad de la dinastía de Saboya, se guarda en la catedral de Turín. Umberto II, el último rey de Italia que gobernó en 1946, la dejó en herencia al Papa Juan Pablo II, quien encomendó su custodia al Arzobispo de Turín.

(Rd/Agencias)