DISCERNERE

Uno sguardo profetico sugli eventi

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Los daños que produce la pornografía

Un estudio de Optenet refiere que el 35% de las páginas web existentes, al menos hasta diciembre de 2008, son pornográficas. Un artículo publicado en la versión digital de Diario Uno, Argentina, reportaba 95,6 millones de páginas web dedicadas a la pornografía (cf. Cibersexo en 95,6 millones de páginas web, 01.09.2009).

Hasta antes de Internet la pornografía tenía más difícil la entrada a los hogares. Además costaba. Ahora basta una conexión a la red. Según un estudio de la Universidad de New Hampshire, del año 2007, en Estados Unidos cada mes hay más de 35 millones de visitas a páginas pornográficas.

A inicios de diciembre de 2008, LibertadDigital.com reportó que la palabra ‘sexo’, en los buscadores de Yahoo.com, había sido uno de los tres términos más buscados durante ese año.

La facilidad para acceder a portales con esos contenidos supera la mera consideración teórica de cuestiones éticas; al constatar las consecuencias emocionales, psicológicas, físicas y relacionales de quienes caen en las redes de la pornografía, no se puede permanecer indiferente. Esto se acentúa todavía más en el caso concreto del ambiente familiar, y todo lo que ese ambiente supone y representa.

Consecuencias

Un artículo de John Flynn, L.C., para la agencia de noticias Zenit recogía las conclusiones a las que el libro de Jill. C. Manning (¿Cuál es el gran negocio de la pornografía? Una guía para le generación de Internet) llegaba en el tema de los daños que la pornografía produce. Estos son:

1. Se trata de algo potencialmente adictivo. Como tal puede obstaculizar la capacidad de una persona para tomar decisiones claras.

2. Puede distorsionar poderosamente la visión de una persona sobre cuerpos, relaciones y sexualidad.

3. Lleva a la gente a cosificar a los demás, viéndolos como juguetes sexuales que existe sólo para su propia satisfacción.

4. Debido a su influencia distorsionadora mina las oportunidades de los jóvenes de tener seguridad en sí mismo, ser felices y crear relaciones duraderas en el futuro.

5. Afecta por tanto su capacidad de ver la vida de forma verdadera, provechosa y sana.

Y agregaba Flynn otros efectos secundarios que Manning recoge también en su libro:

1. Disminución de la sensibilidad hacia las mujeres, mostrando más agresiones, rudeza y falta de respeto.

2. Disminución del deseo de tener hijos y formar una familia.

3. Aumento del riesgo de tener dificultades en las relaciones íntimas.

4. Aumento del riesgo de abusar sexualmente de los demás.

5. Aumento del riesgo de recibir información incorrecta sobre la sexualidad humana.

6. Aumento del riesgo de insatisfacción sexual con el/la futuro/a esposo/a.

7. Aumento del riesgo de divorcio una vez casado.

Manning también fustigaba una de las “mayores mentiras de la venta de pornografía”, el argumento de que verla ayudará a los jóvenes a comprender la sexualidad y tener más confianza. De hecho, añadía, “los consumidores de pornografía tienen más inseguridades ante los miembros del otro sexo y más dificultad para desarrollar relaciones cercanas” (cf. zenit, ¿Limpiar internet de pornografía?, 25.01.2009).

Otro especialista, Robert Peters, presidente de Morality in Media, ponía de manifiesto un mal social que también se desprende de la pornografía: el tráfico de mujeres.

Sobre ese punto refirió en una conferencia en el Kings College de Nueva York, el pasado mes de enero de 2009: "No todas estas mujeres son pagadas. Algunas (tal vez muchas) son forzadas. Y cuando los adolescentes y los adultos buscan este abominable material, ayudamos a crear el mercado que asegura que se hará más de esto".

Focalizando los efectos perniciosos de la relación matrimonio-pornografía, Peters explicó que suele "ser el esposo quien es adicto a la pornografía. Esta adicción puede afectar negativamente (destruir) el matrimonio de muchas maneras: el esposo puede perder el interés sexual en su esposa, o actuar sus fantasías alimentadas por la pornografía con su cónyuge, o en vez de ella con una prostituta. Puede gastar decenas de miles de dólares alimentando su adicción. Incluso si la adicción no destruye el matrimonio, puede causarle al cónyuge inocente mucho dolor".

Y también matizó que la pornografía aleja a los jóvenes del matrimonio pues “muchos jóvenes adultos prefieren la masturbación delante de una computadora en vez de pasar tiempo con una mujer”.

Meses más tarde, en septiembre de 2009, el Morality in Media, de Robert Peters, publicó un estudio titulado How Adult Pornography Contributes To Sexual Exploitation of Children (Cómo contribuye la pornografía adulta a la explotación sexual de niños). El informe ponía de manifiesto la amenaza que la pornografía supone para los niños. ¿Por qué específicamente?

John Flynn, L.C., resumía los puntos en otro artículo publicado por la agencia Zenit (cf. La amenaza a los niños de la pornografía, 25.11.2009):

1. Los delincuentes utilizan pornografía adulta para preparar a sus víctimas.

2. Para muchos delincuentes hay una progresión desde ver pornografía adulta hasta ver pornografía infantil.

3. Los hombres actúan con las niñas prostitutas como ven en la pornografía adulta, y los chulos usan pornografía adulta para instruir a las niñas prostitutas.

4. Los niños imitan con otros niños el comportamiento que ven en la pornografía adulta.

5. La adicción a la pornografía de adultos destruye matrimonios, y los hijos en los hogares con un solo progenitor corren más riesgo de sufrir explotación sexual.

Cotos a la pornografía en Internet

Ciertamente, las medidas que se están tomando para poner cerco a la pornografía en Internet en diversos países del mundo son alentadoras.

A mediados de junio de 2008 el fiscal general del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, firmó un acuerdo con los tres principales proveedores de Internet en Estados Unidos (Verizon, Sprint y Time Warner Cable) para aplicar un filtro que impida el acceso a portales de pornografía infantil.

Según International Herald Tribune (cf. U.S. ISPs agree to block Access to child porn, 12.06.2008), se logró llegar a este acuerdo después de que agentes de la fiscalía se hicieran pasar por clientes de esas empresas. En principio las empresas decían negar el acceso a ese tipo de contenidos, pero efectivamente no lo hacían. Los ‘clientes’ denunciaron el hecho, no se les prestó atención en un inicio, pero cuando se les presentaron pruebas y se les amenazó de acusarlas de fraude, estuvieron prontas a colaborar.

Desde diciembre de 2008, YouTube.com ‘endureció’ su política de publicación de videos con contenido erótico (material explícitamente pornográfico no se puede publicar). En palabras de Scott Rubin, portavoz del portal de videos, a The New York Times, “lo que ocurre es que siempre estamos buscando maneras de mejorar la experiencia en YouTube”.

En otra parte del mundo, en Indonesia, el gobierno aprobó el bloqueo general a páginas pornográficas. Esta medida era uno de los puntos de la penalización por la producción y acceso a este tipo de contenidos en Internet. Irán y China también tienen filtros nacionales para bloquear el acceso de sus ciudadanos a material pornográfico.
A continuación algunos videos relacionados:





Sexualidad y pornografía: un video para adultos que deben ver los jóvenes

Antonio González publica en su blog de Opus Dei al día un interesante video sobre sexualidad. Un video para adultos que deben ver los jóvenes. Dura 47 minutos, así que tómense el tiempo para aprovecharlo bien.




La pornografia come fuga dalla realtà

di Claudio Risé
Tratto da Il Mattino di Napoli del 26 aprile 2010
Tramite il blog di Claudio Risé

Cosa accade a una persona che, giorno dopo giorno, aumenta il tempo passato al computer, girando per siti pornografici e scaricando immagini e file dove il protagonista è sempre lo stesso: il sesso?

Sembra una domanda banale, con una risposta semplice: cerca eccitazione, forse perché vive un periodo di digiuno sessuale, o di frustrazione affettiva.

L’inchiesta Sec sulla Borsa americana fornisce una risposta più precisa. Il sesso virtuale è un modo per sfuggire a una realtà angosciosa.

Un rituale ossessivo col quale la persona cerca di ripararsi da una situazione che sente minacciosa, dinanzi alla quale non sa che fare. È per questo, e non perché colti da mania sessuale, che mentre si sviluppava la crisi decine di ispettori della Sec, l’organo di controllo della Borsa americana, passavano le loro giornate incollati davanti al computer scaricando file porno, distruggendo i dati contabili sulle speculazioni finanziarie in corso per fare spazio nella memoria della macchina a nuove posizioni erotiche. Dietro l’apparente ipnosi dinanzi ai genitali c’era il tentativo inconscio di sfuggire alla valanga in arrivo.

Qualsiasi analisi finanziaria, o proiezione matematica seria, o analisi storica delle borse mostrava con chiarezza che i prezzi dei titoli erano stati gonfiati a dismisura da debiti che non si potevano pagare. Poiché tutti erano colpevoli di quanto stava per accadere, la gran parte degli ispettori, invece di controllare, fuggiva. Dove? Su internet.

Abbandonandosi alle forza ipnotica delle immagini, che affondano le loro radici nel profondo dell’inconscio collettivo, della rappresentazione dei genitali, e dell’accoppiamento.

Lo stesso fa, ogni giorno e ogni notte, il popolo sempre più vasto dei dipendenti da Internet: riempirsi la testa di immagini sessuali per cacciarne via altre, che sono invece crude istantanee della realtà.

L’estratto conto della banca in passivo, la ragazza che ti ha detto che non ti vuole più, l’sms dell’amata/o a un’altra persona, la pagella del figlio piena di voti pessimi. Questi documenti della realtà vicina vengono cancellati dalla ripetizione infinita di coiti di sconosciuti lontani, sostituzione contemporanea dell’antico rito ossessivo del camminare evitando le piastrelle bianche (o quelle nere), per evitare che qualche disgrazia ritenuta inevitabile si abbatta su di noi.

La sessualità c’entra soprattutto per questo: per il suo potere di deviare l’attenzione dalla fissazione della realtà, sostituendola con un’altra fissazione, arcaica, e riferibile comunque, nelle sue diverse versioni, all’origine della vita.

Questa tecnica di distrazione compare anche nella mitologia, a cominciare da quella greca. Dove si narra della disperazione della Grande Dea della terra, Demetra, quando Ade, il dio del sottosuolo e della morte, rapisce sua figlia, la bella Persefone, portandola sottoterra. La depressione della Dea madre inaridisce la terra, che diventa fredda e secca, senza vita.

Demetra vagando arriva a un pozzo, dove viene raggiunta da Baubo, una dea dell’indecenza. Baubo cerca di consolare la Grande Madre, ma Demetra è chiusa nel dolore. Allora Baubo si siede su una pietra, si alza la gonna, e le mostra i genitali. Finalmente Demetra sorride, e allora la terra germoglia, ritorna la primavera, e torna anche Persefone (la Proserpina latina), dopo l’inverno passato con Ade.

E’ forse alla ricerca di un sorriso che gli internauti navigano tra i sessi. Ma il computer non è una divinità, seppur dell’indecenza, e un sito non è una fonte d’acqua pura.

Meglio non perder tempo, e guardare la realtà in faccia.

Disprezzo del Cardinale Pell per la pornografia che promuove la pedofilia Ricorda l'incontro del Papa con gli australiani vittime di abusi

SYDNEY, venerdì, 23 aprile 2010 (ZENIT.org).- L'Arcivescovo di Sydney, il Cardinale George Pell, ha sottolineato che la pedofilia è un problema, ma ha aggiunto che devono essere disprezzate anche la cosiddetta liberazione sessuale e la diffusione della pornografia.

Lo ha affermato in un articolo pubblicato questa domenica sulla web dell'Arcidiocesi di Sydney, in cui ha dichiarato che "l'abuso sessuale di bambini è un crimine orribile".

"Che i sacerdoti cattolici e i membri di ordini religiosi siano tra i peggiori abusatori riempie tutti i cattolici, me incluso, di orrore e indignazione", ha sottolineato.

Ad ogni modo, il porporato ha detto che "non è solo un problema della Chiesa, qui o all'estero".

"Sono parte del problema anche l'implacabile diffusione della pornografia in alcuni settori della cultura e la pressione per la 'liberazione' sessuale, che ai suoi estremi vuole l'accettazione della pedofilia come un'altra preferenza sessuale".

"Nelle ultime settimane, Papa Benedetto XVI è stato sottoposto a un intenso esame sulla gestione degli abusi sessuali commessi da sacerdoti", ha constatato il Cardinale.

"Un'attenzione dei mezzi di comunicazione come questa può essere abrasiva - ha continuato -. In Australia, tuttavia, ha svolto una funzione significativa aiutando la Chiesa ad affrontare gli abusi sessuali e a fare giustizia alle vittime".

Il porporato ha inoltre avvertito che "alcuni dei resoconti recenti sono stati inesatti o hanno informato solo di una parte della storia".

Azione decisiva

La storia, ha aggiunto il Cardinale, "dimostra che Papa Benedetto ha agito con decisione e determinazione per assistere le vittime e sradicare dalla Chiesa gli abusi sessuali".

Il Papa, ha ricordato, "ha incontrato le vittime degli abusi in Australia e negli Stati Uniti e ha chiesto loro scusa pubblicamente".

"Come alto Cardinale sotto Papa Giovanni Paolo II, si è reso conto che i processi ecclesiali erano inadeguati e che i Vescovi locali avevano commesso troppi errori nel trattamento delle denunce di pedofilia", ha continuato.

"Con Giovanni Paolo II, sono state accelerate le procedure per indagare sulle denunce e allontanare dal sacerdozio i presbiteri abusatori".

"Quando atei di spicco chiedono che il Papa sia arrestato e portato davanti al Tribunale Penale Internazionale, bisogna chiedersi se sono più preoccupati per la magniloquenza che per gli abusi sessuali", ha segnalato il Cardinale.

"Come ha sottolineato un ateo britannico, è ironico che alcuni atei vogliano applicare la propria inquisizione".

"Richard Dawkins, uno di coloro che sono dietro alle pressioni per arrestare il Papa, ha affermato anche che allevare un bambino cattolico è più dannoso dell'abuso sessuale - ha lamentato -. Ciò non suggerisce che si prenda sul serio l'abuso".

Il Cardinale ha quindi concluso il suo articolo sottolineando che "la funzione di Papa Benedetto nella lotta contro questo male dovrebbe essere riconosciuta", affinché altri membri della comunità in generale possano seguire il suo esempio".

Pornografia e Rivoluzione sessuale. di Massimo Introvigne

Testo pubblicato nel 1983 per i tipi della Editrice Libreria S. Lorenzo e ripubblicato senza modifiche benché molte cose siano nel frattempo cambiate

Introduzione

1. Sessualità, erotismo, pornografia

Fra i problemi dell’ora presente — che spesso non vengono scelti da noi, ma che piuttosto ci scelgono, affermandosi nella cronaca e nella storia con tragica attualità — un posto importante deve trovare oggi, purtroppo, la piaga della pornografia. Una piaga le cui dimensioni si accrescono ogni giorno, e di cui pure è difficile parlare, in una società che esorcizza la morale chiamandola "moralismo", atteggiamento "retrivo" o "borghese", in un mondo che realizza la profezia di Wilhelm Reich, il teorico della rivoluzione sessuale, secondo il quale un giorno non più l’atteggiamento libertino ma piuttosto la difesa della morale sarebbe stata considerata disonorevole e sconveniente.

Sembra quindi sempre più necessario superare il falso imbarazzo e il rispetto umano indotto dalla pressione di una anti-morale rivoluzionaria, svolgendo un’opera di restaurazione della verità del linguaggio e di chiarificazione concettuale e morale.

Gran parte degli errori e dei sofismi in tema di rivoluzione sessuale derivano dalla confusione — non di rado maliziosamente indotta o consapevolmente sfruttata — fra tre nozioni diverse: sessualità, erotismo, pornografia.

La sessualità — intesa come connotazione profonda dell’uomo in quanto uomo e della donna in quanto donna — è uno dei tratti fondamentali del carattere di ogni persona, che si traduce in molteplici manifestazioni della volontà, del sentimento, dei sensi. La sessualità — e anche le sue manifestazioni sensibili alle quali per altro essa non si riduce — non viene esclusa né combattuta dalla filosofia naturale e cristiana e dall’insegnamento morale della Chiesa. Al contrario, fin dalla Scolastica del Medioevo, la sessualità venne "difesa" contro il rifiuto angelistico del neoplatonismo e contro il catarismo, e profondamente analizzata e ordinata, tramite il matrimonio, alla procreazione in un sistema organico e gerarchico dei fini dell’unione tra l’uomo e la donna.

L’erotismo, benché spesso confuso con le manifestazioni sensibili della sessualità, consiste più precisamente – secondo la definizione di Georges Bataille, che ne ha fatto l’apologia in un’opera famosa (G. Bataille, L’erotismo, 2° ed. it., Mondadori, Milano 1969) — nella trasgressione sessuale, nel sesso non ordinato ad alcun fine superiore ma fine e scopo a se stesso, e quindi trasgressione per definizione di ogni norma morale, di ogni ordine, di ogni sistema di valori. È in questo senso che lo stesso Bataille scrive che il Cristianesimo, che non ha condannato la sessualità, si è opposto fin dal suo nascere all’erotismo.

La pornografia, infine, viene definita da un diffuso vocabolario della lingua italiana come la "descrizione o rappresentazione di cose oscene, turpi o licenziose". Di "osceno" si danno come significati o sinonimi "impudico, indecente", ma anche "ripugnante per la sua bruttezza" e "infausto, pessimo" (Così N. Zingarelli, Vocabolario della lingua italiana, 10.a ed., Zanichelli Bologna 1970, pp. 1081, 1310)

Secondo la dottrina scolastica dell’unità dei trascendentali, il vero, il buono e il bello "convertuntur". La pornografia, come negazione pubblica del pudore, è insieme falsa, in quanto distorce la verità sull’uomo, cattiva e brutta fino alla ripugnanza. L’uomo ragionevole non può dunque essere attratto dalla pornografia, e la vasta diffusione del materiale pornografico nella società contemporanea è l’allarmante indizio che i singoli e le nazioni rischiano di smarrire la retta ragione, e con la ragione il senso morale e il senso estetico.

2. La pornografia come problema politico — giuridico e filosofico — morale

La prima parte della mia esposizione si riferisce al tema "Pornografia e diritto". La pornografia, infatti, come introduzione organizzata all’erotismo, è una piaga sociale, che colpisce gli uomini in quanto vivono in società e che dalla regola sociale del diritto deve essere combattuta. Problema sociale, la pornografia non è priva anche di una dimensione politica, che non deve essere sottovalutata. Nel 1978, un esponente di punta del mondo delle pubblicazioni pornografiche, Stefano Surace, stese un dossier— confessione dal titolo I padrini della pornografia, che — rifiutato da molte riviste — avrebbe dovuto essere pubblicato sul periodico OP. Alla vigilia della pubblicazione il direttore di OP, Mino Pecorelli, venne ucciso, vittima di un oscuro attentato i cui responsabili non sono mai stati individuati. Il dossier di Surace — poi stampato a cura dell’editrice "La Parola" — contiene, fra l’altro, un organigramma dei dirigenti e dei capifila del mondo della pornografia in Italia, spesso direttamente collegati agli ambienti della politica laica e socialista. (Cfr. S. Surace, I padrini della pornografia e il delitto Pecorelli, La Parola, Roma 1979, pp. 58-59).

Insieme, il dossier I padrini della pornografia riferisce inquietanti collegamenti fra il terrorismo morale dei pornografi e il terrorismo comunista del "partito armato" italiano e internazionale: personaggi come Petra Krause passano dall’uno all’altro ambiente in una allarmante continuità. E tutto questo non si spiega soltanto con il volume di affari del mercato della pornografia, certamente in grado di finanziare — accanto agli appetiti individuali — imprese rivoluzionarie di ogni genere. Si spiega, anche, con l’insegnamento di maestri della Rivoluzione, che sempre hanno posto l’accento sulla corruzione organizzata come strumento per demoralizzare una società, rovesciarla e conquistarla. Già l’Alta Vendita della Carboneria proclamava: "Il cattolicesimo, meno ancora della monarchia, non teme la punta di uno stile ben affilato; ma queste due basi dell’ordine sociale possono cadere sotto il peso della corruzione. Non stanchiamoci dunque mai di corrompere... Fate dei cuori viziosi, e voi non avrete più cattolici" (Lettera di Vindice a Nubius, 9 agosto 1838.Questa corrispondenza fra dirigenti dell’Alta Vendita fu sequestrata dalla polizia pontificia e pubblicata dallo storico Crétineau-Joly su incarico del Papa Gregorio XVI. Cfr. E. Delassus, Il problema dell’ora presente, reprint Cristianità, Piacenza 1977, vol. I, p. 611). E Lenin, all’indomani della rivoluzione bolscevica, profetizzava: "Fra cinquant’anni l’Occidente sarà talmente corrotto che potremo conquistarlo senza combattere".

Il legame tra pornografia e sovversione, tuttavia, non è soltanto politico, ma si situa in una dimensione più profonda. Come si mostrerà nella seconda parte della nostra esposizione, dedicata ai rapporti fra pornografia e rivoluzione sessuale, la pornografia è insieme una contraffazione e una deformazione della sessualità, e una iniziazione collettiva all’erotismo. E l’erotismo moderno come affermazione e culto del sesso per il sesso, introduce e inizia a sua volta al culto gnostico della morte e del nulla.

La pornografia, allora, parte sì dall’edicola dietro l’angolo o dal cinema "a luce rossa", ma va molto più oltre e più lontano. Combatterla non significa disperdere il proprio tempo in una contesa oziosa e secondaria, ma avviare una battaglia di civiltà per la restaurazione di quel mondo ordinato secondo ragione di cui gli uomini moderni, che lo hanno perduto, hanno così disperatamente bisogno.

Parte prima

Pornografia e diritto

Premessa

Lo scopo di questa prima parte consiste nel proporre all’attenzione alcuni brevi elementi che riguardano la risposta della legge all’esplosione pornografica, la reazione dell’ordinamento giuridico nei confronti della pornografia.

Cercherò, in particolare, di rispondere a due domande:

— primo: quali sono i doveri dell’ordinamento nei confronti della pornografia? Che cosa è opportuno in astratto che la legge stabilisca riguardo alla pornografia?

— secondo: quali sono le norme con cui l’ordinamento giuridico vigente reagisce alla pornografia? Si tratta di norme efficaci? E ancora, giacché l’esito è noto, perché sono inefficaci?

1. Vietare la pornografia è lecito e doveroso

La prima domanda può essere formulata, più brevemente, in questo modo: la pornografia deve essere vietata dalla legge o no? È corrente, al proposito, una obiezione fondamentale: forse, si dice, è giusto vietare certe manifestazioni pubbliche della pornografia, come i cartelloni esposti per strada sotto gli occhi di tutti, ma non è giusto vietare le sue manifestazioni più discrete. Proibire certe riviste a chi desidera leggerle, vietare certi film a chi desidera vederli vorrebbe dire limitare la libertà personale e imporre con la legge una morale data, per esempio la morale cattolica.

Questa obiezione, divenuta ormai quotidiana, esprime in modo caratteristico la mentalità del positivismo giuridico, secondo cui il diritto è totalmente svincolato dalla morale, la legge non ha nessuna funzione pedagogica, non veicola princìpi morali ma manifesta soltanto la volontà del legislatore.

Per un cattolico, evidentemente, questa mentalità è inaccettabile. La legge di Dio è rivolta all’uomo; ma l’uomo è sociale, dunque anche la società deve rispettare i dieci comandamenti. Non si può essere cattolici in casa propria e dimenticare la legge di Dio quando, usciti dalla porta di casa, si diventa consociati. Questo è il principio fondamentale della dottrina sociale della Chiesa: Cristo deve regnare non solo sui singoli, ma sulle nazioni, e le leggi delle nazioni devono conformarsi alla sua legge. Ai laici cattolici spetta, secondo la costituzione Gaudium et spes del Concilio Vaticano II (n. 43), "iscrivere la legge divina nella vita della città terrena": e per il cattolico la repressione della pornografia è il rispetto del sesto comandamento da parte della società.

I dieci comandamenti, peraltro, esprimono una legge che è naturale prima di essere divino-positiva. Le norme dei comandamenti, secondo buona teologia, furono rivelate pro memoria, perché tutti senza sforzi potessero conoscerle; ma si tratta di leggi naturali, scritte nel cuore di ogni uomo, che sarebbe stato possibile scoprire anche con la sola ragione. Non si tratta, quindi, di imporre con la legge la morale cattolica, ma di chiedere — anzitutto — che la società si conformi a quella morale naturale, che si impone a tutti gli uomini per il solo fatto di essere uomini.

Non esiste, del resto, la società neutrale, sedicente pluralista, la società che nelle sue leggi non si ispira a una dottrina o a una morale. Hanno rilevato alcuni autori non sospetti — come i teorici della scuola di Francoforte — che tutti gli Stati in realtà si ispirano a un complesso di princìpi: l’Europa medievale al Cristianesimo, l’Unione Sovietica al marxismo, la Francia giacobina all’illuminismo e così via. La società relativista, che si vanta di non avere alcun principio, in verità si ispira anch’essa a un principio: quello secondo cui non esiste una morale superiore allo Stato, e dunque morale per definizione è tutto ciò che lo Stato comanda. L’ideale del pluralismo ideologico e del relativismo non sopprime soltanto la verità, ma anche la libertà: se al di sopra dello Stato non c’è una morale, non ci sono limiti al potere dello Stato. Il problema, dunque, non è se la legge debba esprimere una morale, ma quale morale la legge debba esprimere. È lecito allora, anzi doveroso, battersi perché la legge non abbia a contenere un complesso di errori giuridici pronti a trasformarsi in orrori storici, ma esprima la verità naturale e cristiana.

Queste considerazioni fanno diventare pressoché ovvia la risposta alla domanda iniziale. Se la legge deve esprimere, nei limiti del possibile, la morale, e se la morale naturale e cristiana vieta la pornografia, è evidente che una legge conforme al diritto naturale dovrà perseguire e reprimere la pornografia.

È opportuno aggiungere, per completezza, che non è vero che la pornografia consumata in privato "non fa male a nessuno". La statistica criminale conforta il parere di vari autorevoli criminologi, secondo i quali il dilagare della pornografia e la sessualizzazione ossessiva dell’ambiente sociale — provocata dall’invasione pornografica — favoriscono l’insorgere in numerosi soggetti delle cosiddette "perversioni ipersessuali", che portano molto spesso alla commissione di delitti contro la libertà sessuale: violenza carnale e atti di libidine violenta. È un elemento da sottoporre alla meditazione di quanti si lamentano per il moltiplicarsi degli episodi di violenza carnale e insieme, magari, si battono per liberalizzare la pornografia.

2. L’ordinamento italiano e la pornografia

In teoria, dunque, la legge deve, o dovrebbe, reprimere le manifestazioni pornografiche. In pratica, che cosa fa l’ordinamento giuridico italiano?

Esaminiamo, in breve, le principali norme che in Italia dovrebbero contrastare la pornografia, compito richiamato anche dall’art. 21 ultimo comma della Costituzione, che dichiara vietate "le manifestazioni contrarie al buon costume".

Il codice penale dà all’art. 529 una "nozione di atti e oggetti osceni", all’art. 528 prevede il delitto di pubblicazioni oscene, all’art. 725 la contravvenzione (punita con una semplice ammenda) di pubblicazioni contrarie alla pubblica decenza. Altre norme sulle pubblicazioni oscene sono contenute nella legge sulla stampa del 1948, nel precedente decreto legge 1946 n. 561, nella cosiddetta "legge Migliori" sulla pubblicità del 1960.
Per quanto riguarda il cinema e il teatro il testo più importante è la legge 21 aprile 1962 n. 161, che istituisce le commissioni di revisione. Nei limiti di una breve esposizione, mi limiterò a esaminare due aspetti fondamentali di questa normativa: la definizione di oscenità di cui all’art. 529 del codice penale e le innovazioni della citata legge 1962 n. 161.

a) L’art. 529 codice penale

L’art. 529 è la norma-cardine dell’ordinamento italiano in tema di pornografia e oscenità. Il decreto legge 1946 n. 561, pur con alcuni difetti tecnici, dà alla magistratura, e in caso di urgenza anche alla polizia, la possibilità di un efficace intervento contro le pubblicazioni oscene mediante lo strumento del sequestro. Se nella maggior parte dei casi il sequestro non scatta, questo avviene certamente per la cronica disorganizzazione della giustizia italiana, per la mentalità "libertaria" e "progressista" — tra virgolette — di alcuni magistrati, ma soprattutto avviene per la difficoltà di stabilire che cosa è osceno e che cosa non lo è alla luce dell’ambigua disposizione dell’art. 529.

Come dimostra un sommario spoglio della giurisprudenza, anche la legge Migliori contro le pubblicità pornografiche è stata in sostanza disapplicata perché, per stabilire quale pubblicità in concreto è oscena, ci si riporta ancora una volta ai criteri dell’art. 529. Tale articolo recita: "Agli effetti della legge penale si considerano osceni gli atti e gli oggetti che secondo il comune sentimento offendono il pudore. Non si considera oscena l’opera d’arte o l’opera di scienza (salvo che, per motivo diverso da quello di studio, sia offerta in vendita, venduta o comunque procurata a persona minore degli anni diciotto)". Il primo comma del 529 àncora la nozione di osceno preannunciata nella rubrica al "comune sentimento del pudore". Il diaframma che questa nozione dovrebbe opporre al dilagare della pornografia si è rivelato fragilissimo, e negli ultimi anni è completamente saltato.

Come scrive Mauro Ronco, il "comune sentimento del pudore è uno pseudoconcetto idealistico, che generalizza e ipostatizza indebitamente tutta una serie di reazioni storicamente condizionate, indefinibili, variabili sia in relazione a una stessa persona, con riferimento al variare delle sue esperienze e della sua maturità, sia in relazione alla diversità di persone: e proprio per la sua variabilità il comune sentimento del pudore non è un criterio aggettivo che possa adeguatamente corrispondere all’esigenza normativa di orientare e indirizzare il comportamento dei cittadini" (M. Ronco, Il principio della tipicità della fattispecie penale nell’ordinamento vigente, Giappichelli, Torino 1980, p. 180)

La superstizione idealistica pretende di definire l’osceno legando la definizione non a un concetto, non a una nozione, ma a un sentimento, e per di più a un sentimento comune. "Comune" sembra indicare, alla lettera, un concetto statistico: è vietato ciò che è sentito come osceno dalla maggioranza, o dalla gran parte, degli italiani. La legge abdica alla sua funzione pedagogica e si accoda al sentimento della maggioranza, offrendo ai consociati una protezione minima. Si pensi, per esempio, che cosa potrebbe accadere in un paese come l’Italia, che vanta la maggiore percentuale europea di furti, se si dovessero giudicare i ladri alla stregua di un ipotetico "comune sentimento della proprietà privata"!

L’art. 529 non indica una definizione, ma un orizzonte storicamente variabile, per cui ciò che era osceno nel 1930 (l’anno del codice) può essere lecito oggi, ciò che è osceno oggi — in virtù della accelerazione storica — fra tre mesi o tra un anno potrebbe essere permesso e così via.

De jure condito è stato proposto, in dottrina e giurisprudenza, di legare la norma al parametro dell’uomo medio, al concetto civilistico di bonus pater familias. Ma nell’acqua infida delle incertezze interpretative il buon magistrato annaspa, mentre il magistrato "progressista" e "permissivo" può muoversi a proprio agio e trovare ragioni e pretesti per assolvere tutto.

Per di più in molti casi interviene, a peggiorare la situazione, il secondo comma dell’art. 529, il quale, come dice la giurisprudenza, introduce una fictio juris che rende inoperante la sanzione penale se l’opera presenta pregi di carattere artistico o scientifico. Si tratta di una norma intrisa di pregiudizi liberali e idealisti attraverso la quale passano, come ha notato in dottrina R. Venditti, le giustificazioni pseudoculturali della pornografia. (R. Venditti, La pornografia di fronte all’ordinamento giuridico italiano, in aa.vv., Via libera alla pornografia?, Vallecchi, Firenze 1970, pp. 174). Non si può dire, tuttavia che il saggio di Venditti sia del tutto immune da quella mentalità "progressista" di cui pure denuncia gli eccessi. Per una acuta denuncia di tale mentalità vedi nello stesso volume il saggio di Augusto del Noce, L’erotismo alla conquista della società). Pregiudizi liberali, in quanto la libertà dell’artista (come quella dello scienziato) non esclude la responsabilità; il finis operantis, il movente estetico del gesto, non toglie l’intrinseca oggettività del finis operis. Altrimenti, per paradosso, un assassino esteta potrebbe addurre come giustificazione la nota frase del Manifesto Surrealista: "Il gesto artistico per eccellenza è prendere un revolver, scendere in strada e sparare sulla folla".

Pregiudizi idealisti, perché la norma nega l’unità del sapere, presuppone che l’arte possa essere giudicata solo con criteri artistici e formali, secondo l’ideale crociano che rigetta come "allòtria" ogni critica che si riferisce al contenuto. Viceversa, come scriveva il Cardinale Wojtyla nella sua opera Amore e responsabilità, "l’arte deve essere vera, e la verità sull’uomo è che egli è persona", mentre l’arte erotica offre "false immagini del reale" in quanto "mette l’accento sul sesso al fine di provocare nel lettore o nello spettatore la convinzione che i valori sessuali siano i soli valori della persona". (K. Wojtyla, Amore e responsabilità, 2° ed. it., Marietti, Torino 1978, p. 178).

La pornografia — anche sedicente artistica — può e deve essere vietata in base a un giudizio etico, giudizio che è insieme in armonia con i canoni di un’estetica conforme a ragione.

b) La legge 1962 n. 161

La normativa italiana dunque, appare paralizzata nella sua efficacia dalla definizione dell’ari. 529, fonte di innumerevoli confusioni ed equivoci. Si deve aggiungere che il quadro si è notevolmente deteriorato con la legge 1962 n. 161, che ha introdotto sui film un nulla osta di tipo amministrativo di una commissione di revisione che esamina preventivamente lo spettacolo e ne autorizza la diffusione eventualmente con il limite "vietato ai minori".

Si tratta di un provvedimento meramente amministrativo che in teoria non impedisce alla magistratura di intervenire: in pratica, però, questo sistema dualistico paralizza l’azione del magistrato, che difficilmente persegue un prodotto protetto dall’autorizzazione di un altro organo dello Stato.

Le commissioni sono presiedute da magistrati: ma su sette membri di esse, tre sono legati al mondo della produzione cinematografica. Per di più non è previsto un quorum di membri presenti perché la deliberazione sia valida: un film, perciò, può essere giudicato anche solo dagli amici dei produttori.

Il risultato — ha dichiarato il presidente della Settima Commissione Censura, il magistrato Antonio Chiavelli, in una intervista al periodico Il Settimanale — "è che questo nulla osta è diventato una sorta di bollo di Stato a favore della pornografia" (Cfr. E. Morselli, Caligola Hard Core made in Penthouse, ne "Il Settimanale", 28-11-1979, p. 71 ).

La legge 1962 n. 161, inoltre, ha voluto concedere ai pornografi una ulteriore facilitazione. L’art. 14 attribuisce la competenza per territorio per i reati commessi a mezzo cinema al tribunale nella cui giurisdizione è avvenuta la prima proiezione
del film. Si tratta di una norma inaudita, assolutamente atipica, che consente al reo di precostituirsi il giudice. Da anni assistiamo, grazie all’art. 14, alla farsa oltraggiosa di film osceni proiettati in prima nazionale in località di provincia — sempre le stesse — dove i magistrati hanno fama di essere particolarmente "democratici", "liberali", "progressisti".

Questa, dunque, la risposta — inadeguata, parziale, talora derisoria — della legge italiana alla pornografia. Che cosa può fare il consociato? Stimolare i magistrati con esposti e denuncie, certamente, e insieme controllare e giudicare i politici che in mille modi favoriscono la pornografia. Tutto questo, però, può non essere sufficiente.

La battaglia contro la pornografia è una battaglia di mentalità, è una battaglia di civiltà, contro quelle forze relativiste, immorali, atee che dopo aver detto no alla famiglia con il divorzio, no alla vita e alla salute con l’aborto e la droga, dicono no alla morale e alla responsabilità con la piaga oscena della pornografia.

Parte seconda

Pornografia, aborto, rivoluzione sessuale

Premessa

Sembrerebbe che la Rivoluzione moderna si identifichi, almeno in massima parte, con il comunismo. Viceversa, fenomeni come la pornografia e l’aborto mostrano che il processo rivoluzionario moderno comincia ad entrare, sempre di più, in una fase post-comunista. Oltre il comunismo, dopo il comunismo, la Rivoluzione manifesta una profondità nuova: dai grandi avvenimenti della vita delle nazioni e degli Stati discende in interiore homine, estende la sovversione dal corpo sociale al corpo umano, si sforza di conquistare e fagocitare ogni singolo uomo.
Plinio Corrêa de Oliveira, nella 3’ edizione italiana del suo Rivoluzione e Contro-Rivoluzione, (P. Corrêa de Oliveira, Rivoluzione e Contro-Rivoluzione, III ed. it. accresciuta, "Cristianità", Piacenza 1977, pp. 189-195) ha parlato di una "IV Rivoluzione" (sulla quarta rivoluzione cfr. il mio Metafisica dell’amore e rivoluzione sessuale, in "Cristianità", anno IX, n. 71, marzo 1981), successiva alla I Rivoluzione protestante-assolutista, alla II liberale-illuminista, alla III comunista. Centotrenta anni fa, il socialista Lassalle esprimeva — ex parte Revolutionis — il senso della continuità fra le prime tre Rivoluzioni. Nel suo Die Europaische Triarchie egli parlava di una incombente "terza rivoluzione", infinitamente più radicale della "prima rivoluzione" tedesca e della "seconda rivoluzione" francese. Molti anni sono passati, e ora sull’Europa incombe una quarta Rivoluzione, quella che la studiosa comunista ungherese Agnes Heller chiama "rivoluzione sociale totale", superamento della semplice "rivoluzione politica" attraverso una trasformazione radicale della struttura dei bisogni umani.

La rivoluzione sessuale, di cui la pornografia è il momento vessillare, rappresenta il fenomeno più massiccio della quarta rivoluzione. Non parlando ai ciechi, non occorrono statistiche per mostrare il dilagare della rivoluzione sessuale: ci si accorge da sé, per il solo fatto di avere gli occhi.

Si può sfuggire personalmente al divorzio (anche se non alle sue conseguenze sociali, che coinvolgono tutti), si può rifiutare di prendere la droga; ma è impossibile — di fronte all’aggressione pornografica — sottrarsi alla rivoluzione sessuale, a meno di girare bendati. La rivoluzione sessuale verifica così perfettamente l’imperativo di Mao Tze-Tung: "Ogni uomo è un obiettivo della guerra rivoluzionaria".

Come ogni rivoluzione, la rivoluzione sessuale può essere descritta nella sua meccanica mediante lo schema di Corrêa de Oliveira: rivoluzione nei fatti, nelle idee, nelle tendenze. I fatti (ciò che si percepisce, ciò che cade sotto l’esperienza sensibile) non sono la dimensione ultima della realtà: le idee — diversamente da quanto pensa Marx — non sono fiori casuali che sbocciano sul letame della storia ma, al contrario, incarnandosi nella storia determinano i fatti. E anche le idee non nascono per caso, ma su un substrato di pre-giudizi, modi di vivere, di comportarsi; in una parola, di tendenze.

1. La rivoluzione sessuale nei fatti

Quanto — anzitutto — alla rivoluzione sessuale come fatto e nei fatti, non occorre — come ho accennato — dimostrarne l’esistenza: anche se non esistessero la pornografia e gli stupri, le dottrine che riducono tutta la vita al sesso e il caos dell’immoralità dilagante, basterebbe l’aborto a dire, a gridare la tragedia e lo spessore di questa rivoluzione.

Se qui si accenna ai fatti, è piuttosto per mostrare i loro limiti. Sembrerebbe che il problema della pornografia sia soltanto un problema tecnico, giuridico o di polizia, secondo l’antico aforisma di tribunale "Da mihi factum, dabo tibi ius". Al fatto che il buon senso denuncia come un male evidente rispondono oggi in Italia leggi inadeguate: sostituiamole con buone leggi, e tutto sarà risolto.

Non illudiamoci. I sogni di ciascuno di noi sono popolati dalle speranze della vittoria, dalla speranza in un’Italia, in un mondo dove le leggi ci proteggano dalla pornografia, dall’aborto, dalla rivoluzione sessuale. Ma sappiamo fin da oggi che, vinta la battaglia — se Dio vorrà concederlo — il nostro impegno non sarà finito: occorrerà conquistare la vittoria. Se sul peccato sociale sopito non si instaurerà la conversione sociale, se dopo la legge non riusciremo a cambiare la mentalità e la cultura, fenomeni come la pornografia, benché combattuta dalla legge, rimarranno nel costume, il veleno della rivoluzione sessuale continuerà ad inquinare le nostre nazioni.

I fatti contro cui combattiamo sono la punta emergente di un iceberg: per combatterli efficacemente occorre scendere alle idee.

2. La rivoluzione sessuale nelle idee

La pestilenza della pornografia (lo dimostrano le cifre) dilaga come un’epidemia morale: ma insieme — come la pestilenza della droga — conosce degli autentici untori, che se ne fanno propagandisti e promotori. Un episodio mi sembra, al riguardo, indicativo. Le Edizioni Tattilo, note per la pubblicazione di riviste e libri "per soli uomini" (o forse — si potrebbe dire con tristezza — "per uomini soli") hanno voluto di recente cambiare genere e pubblicare un volume di filosofia, sia pure un po’ particolare: Estetica dell’osceno di Charles Gorsen. Il passaggio
è significativo: dopo la pornografia, l’apologia filosofica della pornografia; non solo l’osceno, ma l’estetica che giustifica l’osceno, che afferma che "osceno è bello", che oscenità è maturità, è capacità di autogestione per l’uomo. Questa filosofia dell’osceno aiuta a rispondere alla domanda "perché la pornografia?"
L’"eterogestione" che si rifiuta è ogni norma che vorrebbe proporsi e imporsi alla volontà e alle voglie del soggetto: e quindi ogni norma di ordine oggettivo, ogni norma morale, ogni legge.
Questa risposta profonda viene da lontano: risale — almeno – ai maestri di quella che Ricoeur ha chiamato "la scuola del sospetto": Marx, Freud, Nietzsche. Il marxismo e la psicanalisi gettano il sospetto sulla morale come dato, denunciandola rispettivamente come semplice sovrastruttura dei rapporti economici e dell’inconscio. Nietzsche insinua il sospetto anche sulla morale come valore, lasciando intendere che si tratta soltanto di un malsano ricatto verso i forti da parte dei deboli, dei vili, degli schiavi.

La pars destruens dei grandi negatori della morale ha preparato la successiva costruzione di una anti-morale infera e pansessuale. Il nostro secolo ha riscoperto de Sade: dalle case equivoche e dagli angoli più nascosti delle biblioteche di signore alla ricerca di emozioni proibite, le sue opere sono entrate nelle biblioteche e nelle università, e de Sade è stato riconosciuto come un nostro "contemporain capital", un profeta, un maestro.

Il pensiero di de Sade — così come è riassunto nell’opuscolo Francesi, ancora uno sforzo! inserito nella Philosophie dans le boudoir — si organizza intorno alla negazione di tutti i doveri: doveri verso Dio — ca va sans dire — già infranti dal regicidio di Luigi XVI, che per de Sade, secondo l’espressione di Klossowski, è "il simulacro della messa a morte di Dio", e doveri verso gli uomini. E il modo più radicale di negare i doveri verso l’altro è negare il dovere di tenerlo in vita: de Sade, apologeta della violenza e dell’omicidio, è il primo grande teorico dell’aborto. "Non è ingiusto — scrive il marchese illuminista — impedire di nascere a un essere che sarà certamente inutile. La specie umana deve essere epurata sin dalla culla: un individuo che sarà inutile alla società deve essere strappato dal suo seno: ecco i soli mezzi ragionevoli per limitare una popolazione la cui sovrabbondanza è il più dannoso degli eccessi". (Cit. nel mio Le origini della Rivoluzione sessuale, in "Cristianità", anno VII, n. 54, ottobre 1979, p. 6).

Ma de Sade va oltre, e rivela i veri obiettivi della lotta: la negazione dei doveri verso gli altri, che culmina nell’aborto e in ogni perversione, avvia a negare anche i doveri verso se stessi, fino alla dissoluzione gnostica dell’uomo come individuo e come persona nel continuum di uno psichismo collettivo, di un tutto impersonale.

De Sade adora la morte, come fine dell’individualità; in lui, come nell’Al di là del principio del piacere di Freud — scrive oggi il "filosofo del desiderio" G. Deleuze — , "la combinazione con Eros si pone come condizione per la presentazione di Thanatos" (G. Deleuze, Presentazione di Sacher-Màsoch, Bompiani, Milano 1978, p. 69).

Così, egli introduce a quella che Eric Voegelin e Augusto Del Noce hanno chiamato la gnosi moderna, in cui la sovversione rivoluzionaria riprende i tre temi fondamentali dello gnosticismo antico: un pleroma originario, unità panteistica e indistinta di tutte le cose; una caduta nelle cattive individualità del mondo fenomenico; la possibilità di un ritorno all’Uno attuato dagli iniziati gnostici attraverso tecniche particolari, tecniche in cui gioca un ruolo primario la rivoluzione sessuale.

L’atteggiamento dello gnostico moderno verso il sesso parte da una distinzione fondamentale. Il sesso ordinato alla procreazione sta dalla parte della caduta perché ogni nascita da vita a una nuova individualità e rinnova il dramma malvagio della caduta dell’indistinto originario negli individui distinti. Lo gnostico, quindi, odia la procreazione e la nega radicalmente con l’aborto: rimane un sesso sganciato totalmente dalla generazione, un sesso autonomo, un sesso per il sesso come c’è un’arte per l’arte. Questo processo, che Laing e Cooper chiamano "risessualizzazione", conduce a un sesso che per lo gnostico è "buono": l’erotismo senza fini offre orgasmi in cui l’individuo si annulla e si perde. La ricostruzione dell’unità originaria gnostica, come nota Emanuele Samek Lodovici, "avviene attraverso l’unione erotica che elimina con la polarità sessuale la sofferenza e la finitezza" (E. Samek Lodovici, Metamorfosi della gnosi, Ares, Milano 1979, pp. 9-10).

Qui sta il punto d’incontro e il legame fra aborto, pornografia e rivoluzione sessuale: con l’aborto si rifiuta di ordinare il sesso alla procreazione; resta il sesso libero, de-ordinato, dis-ordinato, il sesso dei pornografi, che è una forma rivoluzionaria e sovversiva e, per lo gnostico, lo strumento del mitico reditus
all’Uno.

Il passaggio si trova già negli gnostici antichi dove – come scrive Jean Doresse nella parte sulla gnosi dell’autorevole Storia delle religioni di H.C. Puech — "l’assoluto rifiuto della procreazione trasformava l’aborto in un rito che si concludeva con la consumazione del feto da parte degli iniziati" (J. Doresse, La Gnosi, in Storia delle religioni, a cura di H.C. Puech, 2.a ed. it., Laterza, Bari 1977, vol. VIII, p. 43). Questo rito era il punto di avvio di orrori di ogni genere, sulla cui pratica presso gli gnostici antichi — scrive Doresse — "non sussiste alcun dubbio": comunione delle donne, violenze, "utilizzazione dello sperma e dei mestrui per strane comunioni", e così via. I grandi iniziati, i maestri della rivoluzione sessuale moderna — il post-freudiano Groddeck, il freud-marxista Reich, e Georges Bataille, che considerava se stesso la sintesi di tutte le rivoluzioni e che si accinse a scrivere una "Somma a-teologica" — hanno ripercorso lo stesso itinerario. Per tutti, la rivoluzione sessuale è il ritorno, attraverso un sesso abortista, cioè non-procreativo, a una Unità collettiva e originaria che preesiste e include tutti gli individui: l’Es di Groddeck, l’oceano di energia orgonica di Reich, il continuum di Bataille.

Alla scuola di questi maestri il mondo moderno – segnato dalla rivoluzione sessuale come da una grande piaga – organizza la contro-ascesi sessuale verso il Pleroma in tappe onnipervadenti che coinvolgono ognuno di noi: la pornografia, la pornologia, la pornocrazia.

La pornografia è l’iniziazione infernale offerta a tutti, un passaggio oltre la soglia di Babilonia che tuttavia già rivela tutto un mondo. In un dossier sull’argomento pubblicato dalla rivista Spirali, la pornografia è presentata come annullamento dell’individuo e negazione della soggettività in un continuum di corpi senza soggetto e senza anima: quindi, un continuum senza vita che rappresenta la morte. "Una pornografia vivente — scrive Mario Perniola — implica una negazione della soggettività..., un’ascesi nei confronti del proprio corpo, che in nessun momento può più essere definito come nostro, che non ci appartiene più; ma non per questo il corpo diventa spirito": "la pornografia vivente saggiamente sa che dietro l’epidermide, dietro l’apparenza dei corpi non c’è nulla; e, come dice Gorgia, se anche qualcosa ci fosse non può essere rappresentato; e se anche potesse essere rappresentato, non può certamente essere comunicato e spiegato agli altri" (M. Perniola, Il nudo della verità, in "Spirali", anno II, n. 10, novembre 1979, pp. 12-13). Dunque l’"altro" del corpo pornografico è la cosa in sé del pornografo, è l’ultima incarnazione del noumeno di Kant. Ma questa, spiega Franco La Polla, è una iniziazione alla morte: "L’immagine pornografica trova le ragioni della sua staticità nel fatto di essere la rappresentazione della morte [...]. La saturazione del corpo globale delle immagini, cioè la loro riduzione a un’unica immagine, a un corpo, è la miglior espressione non della morte dell’immagine ma dell’immagine della morte" (F. la Polla, Il corpo pornografico, in "Spirali", anno II, cit.. p. 19).

Dalla pornografia può svilupparsi così — secondo l’espressione di Deleuze — una autentica pomologia, una filosofia e una scienza della risessualizzazione. Mentre la scrittura — come dicono gli strutturalisti — si sfoga nel "pornogramma", il filosofo gnostico insegna che il mondo è sesso in evoluzione e che l’unica ascesi consiste nel collaborare a questa evoluzione annullando e cancellando tutto ciò che ad essa fa resistenza, a partire dalla procreazione, immagine di un sesso "statico" e "moralizzato".

E, perché l’operazione riesca, l’agitazione pornologica deve essere imposta coattivamente a tutti: nasce allora la pornocrazia, il sesso al potere, la presa del potere da parte dei sacerdoti gnostici della rivoluzione sessuale. È la democrazia del lavoro di Reich, dove il mito marxista del lavoro continuo acquista una carica erotica: è la "macchina sociale" descritta in una intervista al "Corriere della Sera" da un "signore dell’industria" nascosto sotto lo pseudonimo di Alberich, tecnocrazia prossima ventura "rigorosamente pianificata" e insieme "sminuzzata in unità (che) faranno emergere tutti gli impulsi, erotici e anche violenti", macchina "che eliminerà ogni traccia di egoismo in uno psico-dramma permanente". (La Macchina Sociale, intervista di E. Zolla, "Corriere della Sera", 27 gennaio 1975).

Forse le premesse della pornocrazia non sono lontane e possono già ravvisarsi nel tono di certa propaganda abortista prima del referendum del 1981, che presentava l’aborto come un mezzo di educazione statale e popolare a una sessualità non finalizzata alla procreazione.

3. La rivoluzione sessuale nelle tendenze

Venendo ora a conclusione ritengo che la risposta al "perché la pornografia?" debba essere cercata nella terza dimensione ulteriore ai fatti e alle idee, della rivoluzione nelle tendenze. C’è infatti un mysterium iniquitatis in questo odio contro la morale e la vita, contro le persone e contro l’uomo, che ripete a ritroso l’itinerario tante volte descritto dal regnante Pontefice: dietro la morte dell’uomo, si svela la morte di Dio, dietro l’odio per l’ordine del mondo e per l’uomo ordinato l’odio per Dio, autore di quell’ordine.

L’odio per Dio diventa esplicito nelle pagine dei profeti della rivoluzione sessuale: si potrebbe citare abbondantemente de Sade, e Reich così svela brutalmente lo scopo della rivoluzione sessuale: "con il crampo della muscolatura genitale scompare l’idea di Dio"(W. Reich, Psicologia di massa del fascismo, 2.a ed. it., Mondadori, Milano 1974. p. 127).

L’odio per quel Dio che ha detto di Sé nell’Esodo "Io sono colui che È" è odio per le essenze delle creature, impregnate di creaturalità, è odio per l’essere e culto del divenire, adorazione metafisica del divenire come "essere verso la morte" e culto della morte e del nulla.

"L’erotismo — scrive Bataille — apre la via alla morte, e la morte alla negazione della durata individuale"(G. Bataille, L’erotismo, 2.a ed. it., Mondadori, Milano 1979, p. 32).

L’odio abortista per la vita è odio per tutta la creazione, in cui la vita negata con l’aborto continua a pesare come un incubo. Abortisti erano gli antichi Manichei: ma i mostri dell’aborto turbavano i loro miti, ed essi immaginavano che aborti demoniaci fossero all’origine di tutto l’odiato "regno animale", di tutto il mondo della vita. Nel mito manicheo — come scrive Puech — "le diavolesse, nauseate dalla rotazione del cerchio dello zodiaco, al quale sono legate, partoriscono degli aborti [...], i quali, caduti in terra, divorano i germogli delle piante, assorbono in tal modo il seme e la luce e, presi da concupiscenza, si uniscono a propria volta fra loro, facendo pullulare la loro discendenza demoniaca. E questa l’origine del regno animale" (H.C. Puech, il manicheismo, in Storia delle religioni, a cura di H.C.
Puech, cit., p. 202).

E l’erotismo, il ritorno erotico, è la via alla morte per negare la cattiva finitudine alla vita. Scrive Bataille ne Le lacrime di Eros — ed è una pagina su cui vale la pena di meditare —: "Nessuno oggi si accorge che l’erotismo è un mondo demente e, ben al di là delle sue forme eteree, di una profondità infernale". "Ma in me — aggiunge — la morte definitiva ha il senso di una strana vittoria: mi bagna della sua luce, apre dentro di me la risata piena di gioia: quella della sparizione!" (G. Bataille, Le lacrime di Eros, tr. it., "Arcana", Roma 1979, pp. 75-76).

Dietro la festa falsa dell’erotismo ride la morte, ride la distruzione, ride — come dimostra l’aborto — la strage omicida.

Forse, per dire basta a tutto questo, è necessario recuperare una dimensione metafisica dell’amore. È quanto insegna Karol Wojtyla nel suo mirabile Amore e responsabilità: recuperare, con la castità e la temperanza, l’abitudine a vivere secondo ragione. L’uomo — scrive il Pontefice — "deve dominare ciò che è contrario alla ragione" e compiere atti "probi". E probo è "ciò che è in accordo con la ragione, cioè che è degno dell’essere ragionevole, della persona". Una dimensione metafisica dell’amore antepone la ragione tanto al sesso che al sentimento, ancora l’amore a quella "moderazione" che è "dominio della sensibilità e dell’emotività" (K. Wojtyla, Amore e responsabilità, cit., pp. 179-181).

Molte cose si possono dire della rivoluzione sessuale, ma qui sta la chiave di volta, la soluzione positiva: vivere secondo ragione è resistere alla forza della dissoluzione. Forse, nella tragedia di oggi, i mezzi naturali non sono più sufficienti. San Tommaso ordina alla temperanza — di cui fa parte la castità — fra i doni dello Spirito Santo, il donum timoris, il dono del timore di Dio. La battaglia contro la pornografia e contro la rivoluzione sessuale è difficile ma non è disperata. Potrà essere combattuta e vinta se sapremo tornare a meditare su quello che fu il motto e l’anima di tanta cristiana saggezza: Initium sapientiae timor Domini, il timore di Dio è l’inizio di ogni vera sapienza.



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La pornografia nel terzo millennio

Oscar Sanguinetti


1.
In un articolo di qualche mese fa — esattamente il 9 aprile 2007 — il Corriere della Sera informava che, secondo una ricerca condotta in Belgio, nei soli Stati Uniti viene immesso «[…] ogni 39 secondi online [un] nuovo video porno». Il foglio milanese aggiungeva: «Mentre finite di leggere questa frase, 28.258 persone stanno cliccando su una pagina web a contenuto pornografico». «La vasta ricerca del quotidiano dei Paesi Bassi “Het Laatste Nieuws” (HLN) — “Sesso sul web: le cifre nude e crude” — ha raccolto, analizzato e sintetizzato per la prima volta i dati, le statistiche e gli approfondimenti provenienti da istituzioni, agenzie stampa, emittenti e giornali a livello internazionale tra le quali ABC, AP, la Cia, BBC, China Daily, Crimes Against Children, Forbes, MSN, Nielsen/NetRatings, The New York Times, PornStudies, SEC filings, Secure Computing Corp, Yahoo!». E ancora: «A metà del 2006 sono stati scaricati a livello mondiale 1,5 miliardi tra immagini e video a carattere pornografico — il 35 percento di tutti i downloads».

A seconda del volume d’affari prodotto da tali accessi e scaricamenti è possibile stilare un classifica dei paesi più dediti a questa pratica. Con 20,5 miliardi di euro sono in testa i cinesi, seguiti dai sudcoreani (19,25 miliardi), dai giapponesi (15 miliardi) e dagli statunitensi (9,98 miliardi). Agli ultimi posti gli italiani (soli 12 euro a testa per il sesso in rete); fanalino di coda i belgi (9 euro) e i tedeschi (6 euro).

2. Questo il fatto, ed è difficile non rilevarne la gravità oggettiva. E il fatto suggerisce qualche amara riflessione.

Si vede infatti come dai timidi esordi otto-novecenteschi sotto forma di immagini fotografiche osée, che vedevano per lo più come fruitori aristocratici annoiati, borghesi secolarizzati, studenti dal sangue ardente, soldati dalle protratte astinenze, siamo arrivati — anche grazie al Sessantotto americano, soprattutto californiano — a un autentico e grandioso business globale. Questo commercio, se non si auto-limitasse — per non perdere l’aura di «proibito» che ne propizia de facto il consumo —, invaderebbe il nostro quotidiano come un formaggino o un succo di frutta o una marca di sapone.

Tuttavia dalle botteghe dei barbieri e dal furtivo passamano si è ormai passati a forme di canalizzazione e di commercializzazione sempre più capillarmente invasive, con diversificazioni — dal più o meno «pesante», o hard, fino a forme semi-pornografiche — a seconda del target interessato.

Una diffusione sempre al passo con la tecnologia, che cresce di volume e di penetrazione a ogni evoluzione di quest’ultima, passando da un dato tipo di supporto a uno più nuovo, cioè più moderno: dai «filmini» in bianco e nero destinati ai depravati di inizio secolo — primo salto di qualità: dalle immagini fisse alle immagini in movimento, poi corredate dai «necessari» suoni, con tutto l’«arricchimento» di «effetti» che si può immaginare —, alle riviste patinate degli anni Sessanta-Ottanta — che per la prima volta si potevano trovare in libera vendita nelle edicole —, pensate per le scuole e per le caserme, alle videocassette, e poi ai canali satellitari «dedicati», e ancora ai Cd-Rom e ai Dvd, poi ai telefonini, infine — ma fino a quando? — a Internet con la possibilità di hard-core «casalingo» e le prime esperienze di sesso virtuale, con il passaggio — l’altro autentico «salto di qualità» — dalla visione alla possibilità di simulazione. E dai motori di ricerca al passaparola l’accesso ai siti pornografici di tutte le sfumature oggi non è più un problema.

Ma anche questo non basta: il «mercato» sta passando infatti da una logica «pull» a una logica «push»: in altre parole dall’offerta all’adescamento. Sempre più spesso capita infatti che si arrivi a contenuti pornografici senza volerlo: o li si trova coperti da innocenti e-mail inviateci grazie al commercio di indirizzi di posta elettronica — che è nato partendo dalle liste degli abbonamenti ai vari provider — o si è guidati forzatamente su siti pornografici oppure, ancora, ci si imbatte in materiali pornografici coperti da titoli innocenti quando si cerca di scaricare illegalmente software o film dalla rete.

La pornografia costituisce oggi una minaccia di massa, un’alluvione, uno tsunami silenzioso ma inarrestabile di fango, un genere di consumo che ha i suoi centri di produzione, i suoi prodotti, i suoi livelli di qualità, la sua logistica distributiva, il suo marketing, le sue fiere, i suoi «saldi», ecc.

3. Quest’abnorme crescita del «fronte del porno» — parodiando il titolo, Fronte del porto, di un celebre film di denuncia sociale di Elia Kazan, con Marlon Brando — è stata costantemente accompagnata da una «copertura» intellettuale che difendeva in maniera oltranzista il diritto alla libertà di pubblicazione, di libero esercizio della sessualità e dei suoi prodromi e introduceva, così come per le droghe, divise in «leggere» e «pesanti», la sottile e devastante distinzione fra hard e soft, fra erotismo e pornografia, fra informazione sessuale e oscenità, fra letteratura e filmografia e prossenetismo di massa.

E, purtroppo, questa alluvione sta avendo effetti devastanti, non solo sui «fruitori» del prodotto pornografico, ma anche sugli «addetti» alla sua fabbricazione e induce una de-moralizzazione diffusa e sempre più radicale dell’intero corpo sociale.

Nei primi favorisce una visione dei rapporti fra essere umani — di quelli più delicati come quelli sessuali e riproduttivi — sbagliata, deformata in senso peggio che animalesco. E l’abbrutimento generato si traduce nell’aumento dei delitti a sfondo sessuale, nel dilagare sempre più sfrontato della prostituzione — di entrambi i sessi, femminile e maschile, adulta e minorile, se non infantile —, nell’abituare le coppie a un tenore di rapporti basato sul piacere e, di conseguenza, fatalmente effimero.

Sempre più numerose sono soprattutto le ricadute sul piano dei reati che della pornografia produce: sfruttamento della prostituzione, riduzione in schiavitù, diffusione degli stupefacenti, turismo sessuale, incremento della pedofilia, sempre più numerose violenze private e familiari — la cui causa non è, come alcune incredibili teorie sostengono, la famiglia in quanto organizzazione gerarchica e quindi, di suo, repressiva, ma la famiglia ridotta in condizioni pietose dall’aggressione cui la sottopongono forze che la vogliono dissolvere, in una prospettiva livellatrice. Cresce quindi il disimpegno e il solipsismo non solo materiale ma, soprattutto, psicologico.

Quanto ai protagonisti, si rileva che la crescita del volume di affari moltiplica il numero degli «addetti» e crea sempre più vittime, volontarie ma più spesso coatte, di organizzazioni, di reti e di circuiti nei quali sono regola la violenza, l’asservimento, l’abbrutimento, la necrofilia, la pedofilia, fino all’autentico sadismo omicida.

4. Ma si tratta solo di business? È sempre il profitto a far da criterio ultimo dell’«impresa»? Se togliamo il profitto, tutto si spegne? O c’è di più?

È difficile trarre delle conclusioni «scientifiche», perché tutto sommato poco si sa — ma non nulla del tutto — delle tenebrose cloache da cui tracima la profluvie di materiale osceno.

Sono però molteplici i sintomi che attestano come sia in atto un’operazione su scala globale e dagl’intenti che vanno al di là del puro guadagno. Come per la droga, la pornografia non sempre è a pagamento e comunque ce n’è «per tutte le borse» e ne esistono svariate graduazioni: dal genere «di iniziazione», alla «leggera» alla «pesante». Abbonda in maniera straordinaria — per numero di testate, di canali, di siti, di titoli e numero di copie di Dvd e altro materiale —, la si trova ovunque: dalle edicole — forse le più spudorate nell’esibizione — ai sexy shop, ai canali locali «puliti» — autentici «dottor Jekyll», che trasmettono dibattiti e pubblicità fino alle 23, poi cambiano diabolicamente volto, trasformandosi in «mister Hyde» e veicolando un’autentica colluvie di oscenità —, alle bancarelle di libri usati, ai mercati popolari…

In questo interesse a che la pornografia divenga un «normale» oggetto di «consumo» si avverte lo stesso afflato tendenzialmente «disinteressato» che si coglie nella propaganda religiosa, nell’apostolato cristiano: qui ti regalano un santino o un opuscolo, là ti offrono il Dvd sottocosto…

5. Lasciando da parte la voce del sociologo — non perché sia inutile, ma perché credo che il fondo del problema sia altrove —, che per spiegare il fenomeno pornografico farebbe ricorso a categorie come «società dei consumi», «secolarizzazione», liberazione dai costumi patriarcali, «paradigm shift» della mentalità indotto dal processo di modernizzazione, ecc. (1), occorre puntare lo sguardo su una dimensione più profonda, utilizzare categorie analitiche che fanno riferimento a un’antropologia senz’altro religiosa, ma appoggiata su una base metafisica, naturale, che la ragione — purché non si chiuda sul mero dato sperimentale — può cogliere e legittimamente delineare.

In effetti che esista un antico legame fra la pornografia e una sorta di contro-religione para-spiritualistica quando non materialistica tout court, fra violazione intenzionale del pudore e quella che è stata chiamata la «cultura della morte» — se non vero e proprio «culto della morte» —, come punta più «avanzata» della filosofia del nichilismo moderno, è già stato messo in luce (2). La pratica sfrenata e de-ordinata dell’attività sessuale e il suo sfruttamento è già stata ricondotta a una sorta di iniziazione alla cultura della Rivoluzione per la Rivoluzione, a quell’infrazione di ogni norma morale che teorizza e pratica l’abuso dell’eros perché non diventi agápe (amor fraterno), ma si converta in odio e in tánathos (morte), cioè in fine prematura dell’essere creato da Dio. E questa cultura di morte, che oggi traspare dalle sempre più diffuse pratiche abortistiche, eugenetiche, eutanasiche, trova nelle teorie — e nel modello esistenziale — di Donatien-Alphonse-François de Sade, meglio conosciuto come Marchese de Sade (1740-1814), il suo esponente più rappresentativo e genuino.

Non vi è dubbio che l’assenso e la fruizione della pornografia siano un elemento di sovversione interiore che s’inquadra perfettamente in quella Rivoluzione in interiore hominis che la scuola di pensiero contro-rivoluzionaria chiama «quarta Rivoluzione», in quanto si sviluppa logicamente, non solo cronologicamente, dopo quella nelle strutture, nei suoi aspetti di Rivoluzione religiosa, quindi liberale e infine socialista.

Paiono oggi avverarsi le prospettive di quelli che Paul Ricoeur chiama i «maestri del sospetto» — Sigmund Freud (1856-1939) e Friedrich Nietzsche (1844-1900), in particolare — e degli alfieri della Rivoluzione sessuale — da Georges Bataille (1897-1962) a Wilhelm Reich (1897-1957), a Georg Groddeck (1866-1934), al popolare Erich Fromm (1900-1980) —, che avevano pronosticato un’esplosione immensa — se pensiamo alla traduzione in una pratica viziata e viziosa degli stimoli naturali esasperati prodotti dalla «predicazione» pornografica —, panica, planetaria, di erotismo «selvaggio», de-finalizzato, chiuso, introverso, una eruzione gigantesca di energie «orgoniche» — per dirla con Wilhelm Reich (3) — che vengono così sprecate, sperperate, dissipate, bruciate, attuando così la rottura di ogni gerarchizzazione delle potenze che compongono l’interiorità dell’uomo, segnando, in via di metafora, la morte di Apollo, cioè della razionalità perspicace e dell’autocontrollo calmo, e il trionfo di Dioniso, l’istintualità irrazionale (4)… Si realizza così l’annullamento del confine fra spirito e materia, dell’annegamento dell’individualità — che il neo-gnosticismo, di cui la Rivoluzione sessuale trasuda (5), concepisce come negatività — in un pleroma indistinto di energie ribollenti e vane…

La pornografia, quindi, si può combattere, non solo contenendone le manifestazioni estreme come la pedopornografia, ma punendola, anche se ci si può domandare, viste le cronache, quale efficacia abbiano le misure restrittive quando le norme sono di tenore soggettivistico e de facto sono rese inerti da prassi giudiziarie quanto meno omissive, applicate per di più a una realtà che di giorno in giorno sfugge sempre più agli Stati nazionali e che ha i suoi «santuari» nelle zone del globo più destabilizzate e statualmente deboli. In realtà anche questo non è sufficiente. La pornografia è una malattia morale — che ha i suoi untori — e va affrontata in radice come tale, cioè attraverso la cura e la «profilassi». Sotto quest’ultimo aspetto è necessaria una lotta intelligente e consapevole, di cui è essenziale che lo Stato divenga protagonista, anche se non protagonista unico, e non solo con la polizia e con la magistratura, pur benvenute.

Si tratta senz’altro di un lavoro lungo e difficile, che deve combattere la cultura di morte retrostante al fenomeno pornografico — di ieri e di sempre — e a incidere su tutto ciò che contribuisce a formare le patologie tipiche della condizione umana della nostra epoca: il vuoto esistenziale, l’assenza di mete per cui valga la pena spendersi, il solipsismo, il naturalismo e il materialismo soffocanti che imperano, l’esautorazione e il dissolvimento della famiglia, la martellante e onnipervadente proposta di messaggi e di modelli esistenziali negativi — una volta si diceva «scandali» —, non solo perché radicalmente al di fuori da ogni logica religiosa, ma perché patentemente nocivi se praticati nella vita reale.

Note

(1) Sull’influenza «ambientale» dell’industria pornografica sui modelli di comportamento sociale negli Stati Uniti è la recente inchiesta di Pamela Paul, Pornopotere. Come l’industria porno sta trasformando la nostra vita, trad. it., Orme Editori, Milano 2007; da segnalare sul tema è anche lo studio di Pietro Adamo, Il porno di massa. Percorsi dell’hard contemporaneo, Cortina, Milano 2004.
(2) Cfr. Massimo Introvigne, Pornografia e Rivoluzione sessuale, Editrice Libreria S. Lorenzo, Chiavenna (Sondrio) 1983
(3) Cfr. ibidem.
(4) Cfr. Michel Maffesoli, L’ombra di Dioniso. Una sociologia delle passioni, trad. it., Garzanti, Milano 1990.
(5) Cfr. Emanuele Samek Lodovici (1942-1981), Metamorfosi della gnosi. Quadri della dissoluzione contemporanea, Ares, Milano 1991.

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La distorsione della sessualità Alcuni studi dimostrano l'impatto della pornografia sul matrimonio

di padre John Flynn, LC

ROMA, domenica, 14 febbraio 2010 (ZENIT.org).- La pornografia dà una visione distorta della sessualità rappresentando una grave minaccia per il matrimonio, secondo un rapporto pubblicato a dicembre dal Family Research Council.

Patrick F. Fagan, senior fellow e direttore del Centro di ricerca su matrimonio e religione del Consiglio, ha descritto gli effetti sociali e psicologici della pornografia nello studio dal titolo "The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community".

Contrariamente all'argomentazione secondo cui la pornografia è un piacere innocuo, Fagan riferisce di prove cliniche da cui risulta che essa provoca distorsioni significative nei comportamenti e nella percezione della natura della sessualità.

I fruitori abituali di pornografia tendono infatti ad avere livelli più elevati di tolleranza verso comportamenti sessuali anormali, osserva lo studio. L'uso della pornografia crea anche dipendenza, a causa del rilascio di ormoni che stimolano i centri cerebrali del piacere.

Fagan riconosce che le energie sessuali sono una forza potente, ma proprio per questo la società deve incanalarle in modo da contribuire al bene comune. In questo senso, il matrimonio legittima l'intimità sessuale, tutela i bambini che sono il frutto del suo esercizio e promuove la stabilità sociale.

Porre limiti all'attività sessuale aiuta gli adolescenti a maturare un corretto orientamento della propria sessualità. Purtroppo, constata lo studio, gli sviluppi moderni dei media hanno demolito queste barriere e aumentato enormemente le modalità in cui la pornografia può insinuarsi nella vita familiare.

Conseguenze per la famiglia

Per quanto riguarda le conseguenze per il matrimonio, Fagan richiama degli studi che dimostrano come l'uso della pornografia da parte del marito incida gravemente sulla moglie.

In molti casi la moglie di un utilizzatore di pornografia sviluppa ferite psicologiche, tra cui sentimenti di tradimento, di perdita, diffidenza e rabbia, osserva l'autore. Dopo aver scoperto che il marito fa uso di pornografia, la moglie può iniziare a sentirsi non più attraente o sessualmente inadeguata, il che può portare a forme di depressione.

Gli uomini fruitori di pornografia, aggiunge Fagan, tendono a ridurre il loro coinvolgimento emotivo nel rapporto sessuale, cosa che produce nella moglie il senso di una minore intimità con il marito. In uno studio, i mariti hanno riferito di amare meno le proprie mogli dopo lunghi periodi di fruizione pornografica.

La pornografia ha anche un impatto sul lato fisico del rapporto, perché un'esposizione prolungata alimenta sensi di insoddisfazione rispetto al coniuge e al comportamento sessuale.

Secondo altri studi riferiti da Fagan, i fruitori di pornografia vedono il matrimonio come un limite alla sessualità, e questo porta a mettere in dubbio il valore del matrimonio come istituzione sociale.

Vera infedeltà

L'allontanamento affettivo dalla moglie e dal matrimonio non è privo di conseguenze. Fagan osserva che l'uso della pornografia e di altre forme di contatto sessuale on-line è considerato da molte mogli dannoso per il loro rapporto quanto le infedeltà reali.

In effetti, gli uomini e le donne reagiscono alla pornografia in modo diverso. Secondo uno studio svolto su un campione di universitari, gli uomini sono risultati più adirati da un'infedeltà sessuale, mentre le donne più da un'infedeltà affettiva.

Un altro studio esamina le diverse tipologie di pornografia. Tre temi principali sono stati considerati, sia dagli uomini che dalle donne, quelli più degradanti, ma ad essi sono state attribuite intensità diverse: le donne li hanno definiti più degradanti rispetto all'indicazione data dagli uomini.

L'impatto sulla moglie aumenta quando il marito diventa dipendente dalla pornografia. Uno studio citato da Fagan rivela che il 40% di chi ha questa dipendenza sessuale finisce per perdere la propria moglie. La ricerca relativa al rapporto tra pornografia e divorzio non è molto estesa, ma secondo uno studio sugli avvocati divorzisti il 68% dei casi di divorzio è dovuto all'incontro su Internet di un nuovo partner e il 56% all'ossessivo interesse di uno dei coniugi alla pornografia su Internet.

Non sono solo le donne che soffrono quando la pornografia diventa dipendenza. Nel rapporto, osserva Fagan, l'uso dipendente della pornografia porta a una minore autostima degli uomini e a una loro ridotta capacità di condurre una vita sociale e lavorativa significativa.

Da uno studio sui dipendenti da pornografia risulta che, a causa della loro dipendenza, queste persone hanno sperimentato difficoltà e minori capacità in un importante aspetto della propria vita.

Illusoria

La pornografia, osserva Fagan, presenta l'attività sessuale come una sorta di momento sportivo o divertimento innocente senza alcun impatto emotivo o di salute. Ciò, semplicemente non corrisponde alla realtà, sostiene l'autore.

La pornografia porta infatti a una distorta percezione della realtà sociale: un'esagerata percezione del livello di attività sessuale nella popolazione generale e una stima gonfiata della diffusione di attività sessuali prematrimoniali ed extramatrimoniali. Porta anche a sovrastimare l'effettiva presenza di perversioni come il sesso di gruppo, il bestialismo e il sadomasochismo.

"In questo senso, i convincimenti che si formano nella mente di chi guarda pornografia sono ben lontani dalla realtà", commenta Fagan. "Ci si potrebbe interrogare se la costante visione di pornografia provochi una malattia mentale in materia sessuale".

Le principali convinzioni distorte causate dalla pornografia sono le seguenti: 1) i rapporti sessuali hanno natura ricreativa; 2) gli uomini sono normalmente guidati dal sesso; 3) la donna è un oggetto o una merce sessuale.

Di conseguenza, Fagan descrive come la pornografia alimenti l'idea che la degradazione della donna sia accettabile. Inoltre, poiché i maschi usano la pornografia molto più spesso delle donne, ciò porta a considerare la donna come un oggetto o una merce sessuale.

Fagan osserva che una significativa quota di pornografia ha contenuti violenti. Da uno studio su diversi prodotti di pornografia, si è riscontrata violenza in quasi un quarto delle riviste, in più di un quarto dei video e in poco più del 40% della pornografia on-line.

Gli studi suggeriscono che vi è una connessione tra l'esposizione alla pornografia e successive forme di aggressione sessuale, aggiunge. Anche il consumo di pornografia non violenta aumenta la propensione a imporre i propri desideri sessuali a partner riluttanti.

L'uso della pornografia è anche associato ai reati sessuali, afferma Fagan, che cita uno studio su persone condannate per reati sessuali su Internet. Questi individui hanno affermato di aver trascorso più di undici ore alla settimana visionando immagini pornografiche di minori su Internet.

Un altro studio che considera sia i criminali sessuali che in non criminali ha rivelato significative differenze nel loro uso della pornografia nell'adolescenza. Quote significative di stupratori e molestatori avevano infatti fatto uso di pornografia hard quando erano adolescenti.

Adolescenza

La pornografia, quindi, non danneggia solo i matrimoni, ma ha un impatto grave anche sugli adolescenti. Uno studio su questa fascia di età ha mostrato che l'uso abituale della pornografia porta spesso all'abbandono della fedeltà verso le fidanzate. L'uso della pornografia risulta inoltre aver aumentato la successiva infedeltà coniugale di più del 300%.

Fagan spiega che la visione della pornografia in età adolescenziale disorienta la persona nella fase dello sviluppo, ovvero nel momento in cui si impara a gestire la propria sessualità e si è più vulnerabili nelle convinzioni sulla sessualità e sui valori morali.

Secondo uno studio sugli adolescenti, l'esposizione a materiale sessualmente esplicito su Internet aumenta significativamente la loro incertezza sulla sessualità. Un altro studio ha rivelato che l'esposizione degli adolescenti ad alte dosi di pornografia riduce i livelli di autostima sessuale.

Esiste anche un rapporto significativo tra il frequente uso di pornografia e sentimenti di solitudine, con serie forme di depressione.

Un alto consumo di pornografia in età adolescenziale è legato anche a un significativo aumento dell'attività sessuale tra amici non legati sentimentalmente e può essere un fattore significativo nell'insorgenza di gravidanze adolescenziali.

Ben prima dell'avvento di Internet, il Concilio Vaticano II, nel suo decreto sui mezzi di comunicazione sociale Inter Mirifica, aveva osservato che questi, se utilizzati bene, potevano essere di grande utilità per l'umanità.

La Chiesa sa "che l'uomo può adoperarli contro i disegni del Creatore e volgerli a propria rovina; anzi, il suo cuore di madre è addolorato per i danni che molto sovente il loro cattivo uso ha provocato all'umanità", osserva il decreto (n. 2). Un uso cattivo che oggi troppo spesso avvelena le famiglie e il matrimonio.

Più che raddoppiati i siti pedopornografici rispetto al 2008. La denuncia nel Rapporto di Meter

Sono più che raddoppiati i siti pedopornografici rispetto al 2008. E’ la denuncia contenuta nel Rapporto 2009 sulla pedofilia, prodotto dall’Associazione Meter e presentato oggi nella sede nazionale di Avola, in provincia di Siracusa. In un anno si è passati infatti da 2.850 siti segnalati a 7.240. Impressionante l’età sempre più bassa delle vittime, mentre in testa alla classifica dei Paesi produttori di materiale pedopornografico si collocano gli Usa, la Russia, ma subito dopo l’Europa. Cresce però anche la sensibilità dei cittadini della Rete che sempre di più si rivolgono all’associazione. Adriana Masotti ha sentito don Fortunato di Noto, fondatore di Meter.

Radio vaticana

Porno on line, una passione universale. Le statistiche dicono che la ricerca di contenuti erotici è uno dei trend più significativi di Internet.

image Porno on line, una passione universale


Lo scrive Asylum: molto prima dell’arrivo dei cellulari che navigano su internet, l’uomo della caverna già condivideva pornografia tramite i graffiti sui muri. Il bisogno di vedere immagini sessuali è insito nell’uomo e trascende tempi e costumi, e grazie all’uso della tecnologia adesso è soltanto facilitato: ecco quindi una serie di numeri e statistiche sull’industria del porno e su come e da chi viene fruito nel mondo.

QUANTI E DOVE – Il 43% di chi usa internet, lo utilizza anche per cercare materiale hot, e “sex” e “porn” sono tra le prime cinque parole cercate dai navigatori che hanno meno di 18 anni, mentre soltanto il 3% dei siti che pubblicano materiali a luci rosse richiede la verifica dell’età per permettere di entrare. Uno su tre dei fruitori è di sesso femminile, mentre il 35% dei download su internet riguarda materiale pornografico. In media, il visitatore di siti porno rimane a guardare per una quindicina di minuti, e il tempo la dice tutta sull’attività effettuata nel frattempo. Il 10% di chi guarda la pornografia ammette di essere un “porno addicted”. Tra le nazioni, gli Stati Uniti spendono ogni anno 13 miliardi di dollari per fruire contenuti erotici sul web, e il business non puzza visto che anche colossi come Warner Bros, Time Warner e Marriott fanno milioni con il sesso on line. Negli Usa, lo stato che consuma più pornografia è lo Utah, guarda caso quello dei bigottissimi mormoni.

COME E CHI – La capitale del porno è la San Fernando Valley, che da sola produce il 90% di tutti i film pornografici che vengono messi in circolo dalle case di produzione, ad un pubblico che arriva agli 800 milioni di persone nel mondo. Una pornostar guadagna tra i centomila e i duecentocinquantamila dollari l’anno, il suo omologo maschile circa 40mila. Ron Jeremy è la pornostar maschile che detiene il record del maggior numero di apparizioni in film porno. Un fenomeno in rapida crescita è il “Gay for pay”: la scelta di recitare in film o contenuti destinati a un pubblico omosessuale da parte di eterosessuali, richiestissimi e molto ben pagati. Nella classifica per nazioni tra chi fruisce maggiormente contenuti erotici a svettare, a sorpresa, è la Cina con il 28% della torta, seguita dalla Corea del Sud con il 27% e dal Giappone con il 21%. Soltanto quarti gli Stati Uniti (14%), seguiti da Inghilterra e Austrialia (il 2% ciascuno), e buon ultima, proprio l’Italia che totalizza l’1%. Il totale del fatturato dell’industria pornografica ammonta a 92 miliardi di dollari.


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“sesso” è tra le parole più ricercate dai bambini, in Brasile come in Europa

Nel corso di un mio recente viaggio per un’esperienza di volontariato in Brasile, ho avuto modo di confrontarmi con colleghi ricercatori sul rapporto internet e minori, anche in relazione al convegno al quale sono stato invitato a partecipare quale relatore alla Casa della gioventù di Belém (Parà).

Ebbene: sono risultati innumerevoli i punti di contatto, a conferma della globalizzazione in atto, in merito a quanto studiamo in Europa e in America Latina. Ad esempio, qui come là, i minorenni ricercano in internet nei motori di ricerca soprattutto le parole sesso e pornografia.

La conferma giunge dal sondaggio condotto da Symantec Corpnn che ha individuato tra i principali termini di ricerca di bambini e adolescenti in varie parti del mondo proprio le suddette parole. Tali termini sono ricercati soprattutto su Youtube, Google, Facebook e MySpace.

Secondo il pedagogista José Maria Cerutti Novaes “detta curiosità spesso appare quando è stimolata al di là del normale interesse, sia per aver ascoltato osservazioni di adulti sia per aver visto o sentito qualcosa in un altro modo”.

La ricerca rivela anche che i genitori sono poco attenti a ciò che fanno i loro figli su Internet. I bambini non dovrebbero passare ore e ore davanti al computer, senza limiti. Abbiamo bisogno di favorire il dialogo e stabilire un rapporto di fiducia monitorando soprattutto i siti nei quali si entra in conversazione.
L’elenco con le cento parole più ricercate è stato fatto dopo che Symantec ha stimato 3,5 milioni di ricerche effettuate da OnlineFamily di Norton.
Non dimentichiamo, poi, che MSN e le chat room sono linee aperte, ahimé, alla pedofilia e ciò al di là dei servizi offerti

E’ quindi stato accertato in America latina, che internet è anche una grande porta aperta a una serie di crimini on-line e a violenze commesse da adolescenti e contro gli stessi.
I dati da noi studiati sono quelli del Centro per la prevenzione dei crimini elettronici (Nurecel) del Brasile il cui Stato ha indicato che il numero di reati commessi per via elettronica, come internet o cellulari, cresce di circa il 20% ogni anno. Inoltre, la partecipazione degli adolescenti in casi di reati contro la classe e gli insegnanti attraverso internet è circa il 30% del totale dei crimini analizzati in rete.

Anche nel Sud America è, purtroppo grazie a internet, che registriamo la maggior parte dei casi di pedofilia. Chat e programmi come MSN e Skype sono nella lista dei più usati dagli adulti per eseguire la scansione della rete in cerca di minorenni.

E’ evidente che rispetto a uno strumento mondiale occorre che, anche in virtù della Convenzione per i diritti del fanciullo, l’Onu possa adottare azioni forti a tutela e protezione dei minorenni di tutto il mondo contro persone senza scrupoli.

Daniele Damele

http://periodicoitaliano.info/

Sesso e Internet, la nuova dipendenza

Ore e ore davanti a un computer. Inseguono immagini sempre più hard, ogni giorno si affina la ricerca e si spostano in avanti le lancette dell’orologio. è questa una sintesi della vita dei dipendenti dal cyber porno. Di uomini, ma anche di tante donne, che gettano via intere giornate, vittime di una nuova forma di addiction (ossessione, compulsione, mania); una patologia che interessa sempre più persone in tutto il mondo.
Come si manifesta. “All’inizio era solo un passatempo”, spiega Vincenzo Punzi autore del libro Io, pornodipendente: sedotto da internet. “Poi le cose sono cambiate: ero diventato prigioniero di quel rito, di quelle immagini. Del resto Internet è “generoso” in tal senso: è possibile girare ore per siti porno e in maniera del tutto gratuita e soddisfare ogni desiderio seppur in manier virtuale”. Tra alti e bassi, ricadute e resurrezioni, Punzi ha dato vita all’associazione “No alla porno dipendenza” e ha creato, sfruttando proprio Internet, un gruppo online di auto aiuto (per l’indirizzo vedi box) che conta più di tremila iscritti.
Il virtuale che diventa reale, le immagini hard che rapiscono non solo il tempo di chi ne diventa dipendente ma anche l’anima, tirandosi dietro mariti, mogli, fidanzati e fidanzate. “Spesso sono proprio i partner di chi è affetto da questa patologia a chiamarci”, racconta Giuseppe Lavenia, docente di psicologia clinica e del lavoro all’Università degli Studi di Chieti, responsabile dell’area “Nuove Dipendenze” del Centro Studi e Ricerche Nostos, a Senigallia (Ancona), un centro che si occupa di incontri individuali o di coppia dedicati alla dipendenza dal porno online. Trecento le persone che ogni anno oltrepassano la porta dell’ambulatorio gestito da Lavenia: “Molti provengono dal Centro-Nord, ma non tutti quelli che si rivolgono al nostro centro intraprendono un percorso di psicoterapia”.
All’argomento Giuseppe Lavenia ha dedicato una interessante ricerca sul cybersex addiction che comprende sia la dipendenza dalle chat erotiche che dalla pornografìa online. Realizzato in Internet point di tutta Italia, “lo studio è stato effettuato su 500 soggetti di età compresa tra i 17 e i 66 anni”, spiega Lavenia: “Ne è emerso che il 4 per cento degli intervistati è dipendente dalle chat mentre il 6 dal porno online”. Tra i numeri raccolti emerge, inoltre, che le donne sono più “interessate” alle chat a sfondo sessuale mentre gli uomini sono maggiormente attratti da materiale hard, da siti porno.
Percorsi per uscirne. Ossessionati dal sesso, frustrati nella ricerca di una via d’uscita, sofferenti, espulsi volontariamente dal mondo reale, depressi, i cyber porno, a differenza di chi soffre di altre manie compulsive, non spendono denaro ma ogni giorno davanti al computer gettano via un pezzo di vita.
Per Cesare Guerreschi che da vent’anni si occupa, come psicoterapeuta, di nuove dipendenze e ha fondato la Siipac, la Società italiana di intervento sulle patologie compulsive, “la strada da percorrere per uscirne è prima di tutto di ammettere che è diventato un problema e voler affrontare un percorso, anche di condivisione, facendosi aiutare da un programma terapeutico ad hoc, possibilmente di tipo integrato: psicoterapia e farmaci poiché il più delle volte si tratta di soggetti depressi”.

Anna Rita Cillis, www.repubblica.it, 30 gennaio 2009